Vacaciones de las vacaciones

Saben bien lo que significan. Las esperan, las codician, las necesitan, pero…las disfrutan? relamente descansan? Siento decirles que no.

Hermosos momentos nos invaden cuando planeamos ese mágico lapso del año al cual esperamos (por 15 días de mierda 11 meses y medio), para después quedar peor que como nos fuimos. Sin un mango, ya sin las “vacaciones”, con todo otro puto año por delante y con un cansancio que no recordábamos que teníamos hace rato.

Es así, ya prepararlas nos cuesta mucho. Es estresante contratar hotel, avión, micro, arreglar el auto, la cntidad de días a veranear, etc., etc. (sin mencionar la primera gran pregunta… Adonde carajo nos vamos este año?… Y bueno ya ahí las opciones son tan limitadas como el presupuesto disponible que va entre elegir lugares como Europa o Miramar), un mundo a años luz de distancia porque es muy pero muy dificil combinar con la pareja el lugar “perfecto” para descansar, (no digamos ya con la familia si tenés hijos que Dios te ayude para llegar a arreglar algo sin desquiciarte por completo). -Vamos a la playa gordi? preguntás casi suspicazmente. No ni en pedo -retruca la yegua, otro año perdido calcinandome al sol, mojándome los dedos gordos porque me cago de frío, para volver arrugada con 25 mil lunares nuevos, y machucada como banana madura.

Bueno ya con esos parámetros podemos darnos cuenta que estas vacaciones van a ser muy dificiles de definir… como siempre.

Ahora una vez elegido el lugar, digamos que nos fuimos a la montaña para no hacer de este artículo una novela, tenemos que previamente contratar el paquete que tampoco es facil, porque hay infinidad de variedasdes con infinidad de propuestas e infinidad de precios. Elegimos una opciòn “medio pelo” por 8 días 7 noches en San Martín de los Andes visitando Villa La Angostura (ya sin cenizas), con avión y hotelería con desayuno incluído, es decir a las 9 de la mañana vas a comer 6 mediaslunas, 4 jugos de naranja, 3 tostados de jamon y queso, 5  cafès con leche, huevos revueltos con salchichitas parisien, y ensalada de fruta con jugo de Cassis para terminar. Claro a este ritmo en 4 días tenés una pataleta al hígado y una cagadera que dificilmente te olvides de San Martín de los Andes.

Sin embargo, y pese al problemita hepático-intestinal, n te das por aludido e intentás hacer todas las excursiones habidas y por haber: subís a la montaña (cuando habitualmente no corrés ni al colectivo), caminás hasta que se te ampollan los juanetes, agarrás los esquies (hasta que te das cuenta que justo ese año no nevó un carajo), y así seguís “descansando” con cuanta actividad se te cruza, sin mencionar la constante propuesta de tus chicos… -Papá comprame el chocolate con forma de conejo, el San Bernardo con el barrilito, la petaquita con la forma del Aconcagua, el teleférico luminoso o la postal de la “Patagonia” … quedás de cama la verdad y con el culo para arriba.

De todoas formas cuando por fin se terminó tu calvario y volvés lleno de recuerdos, chocolates para llevar a los de la oficina, y fotos hasta para tirar al techo, recordando que hubiera sido mejor ir a la playa y estar tirado al sol, no como quiso tu jermu, vas a decirle a todos…-Fueron las mejores vacaciones, no saben cómo descansé…